La cotidianidad de un ciudadano en el mundo de hoy está rodeada de una serie de posibilidades que se derivan de la aplicación e integración de tecnologías disponibles y de fácil acceso. Quizá algunos términos populares como Uber, Airbnb, Rappi , Spotify, WhatsApp, Amazon, Waze, entre otros, que se derivan de desarrollos tecnológicos cada vez más exitosos como “grandes datos o big data”; “inteligencia artificial”; “internet de las cosas”; “vehículos autónomos”; “realidad virtual”; “impresión 3D”; “GPS”; “periodismo personalizado”;“drones” en sus múltiples usos; “redes sociales”, y otros más, nos hacen pensar que la clave no está en sí en la tecnología disponible sino en las infinitas posibilidades que brinda su aplicación, cuyo límite está ceñido solamente a la capacidad de la imaginación humana.

Desde algunas décadas a partir del nacimiento de la Internet, la tecnología informática ha evolucionado recibiendo al mismo tiempo los beneficios de la conectividad, la movilidad y, desde luego, la paulatina baja de costos y el logro de ubicuidad, lo cual redunda sin duda, en productividad, competitividad y obviamente, mejor desempeño financiero de las empresas TI. Sin duda el origen de todos los artefactos que rodean nuestra cotidianidad, fueron en algún momento ideas y reflexiones que, gracias al talento, talante, empuje, entusiasmo, constancia, perseverancia, tenacidad y terquedad de sus descubridores, encontraron inversionistas visionarios que percibieron tempranamente su utilidad comercial y financiaron su desarrollo.

  Tal como sucede en los llamados proyectos de inversión, los de desarrollo tecnológico tienen que demostrar su pertinencia, viabilidad y oportunidad, por esta razón se precisa que sean presentados por escrito, diseminados y difundidos en los nichos de interés a través de sus correspondientes “planes de negocios”, respaldados por estudios de preinversión que sinteticen el análisis de temas de diferente índole: técnico, económico, financiero, legal, institucional, organizativo y ambiental, que facilitan y justifican la decisión nada fácil, de asignar recursos, habitualmente significativos, hacia un objetivo no siempre claramente determinado.  Debido a la magnitud del riesgo en un ámbito desconocido y con información insuficiente, parcial e incompleta, entonces la metodología denominada “gestión de proyectos TI”, cobra aún mayor relevancia.

De lo anterior se deriva la relevancia de un “gestor calificado”, no solamente con vocación científica, sino con convicción y enlaces adecuados y confiables que le permitan auscultar, cautivar y persuadir a potenciales inversionistas privados o públicos, nacionales o internacionales. El “proyecto de desarrollo tecnológico”, es una variedad ciertamente importante que merece un tratamiento preferencial y diferencial.

 

El concepto de proyecto y la metodología correspondiente tiene un amplio espectro de aplicación en los diferentes sectores de la economía ya sea en la producción de bienes o en la prestación de servicios. Esta propuesta, aplicada con cierta discrecionalidad, es idónea también para atender los llamados proyectos de desarrollo tecnológico. No cabe duda que los conceptos y procedimientos utilizados tienen mayor vigencia y pertinencia cuando se trata de penetrar en el mundo de la innovación o aquel ámbito del conocimiento científico disponible, pero que no ha tenido el desarrollo tecnológico y comercial, y por lo tanto involucra un riesgo que debe ser ponderado y dimensionado antes de aplicar recursos.

 

Juan Jose Miranda Miranda